Formación Profesional

Una respuesta ‘práctica’ a la pandemia

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Las tasas de escolarización en FP en España son bajas — un 12% frente al 26% de media de los países de la OCDE —. Sin embargo, cada vez son más los alumnos que se decantan en nuestro país por este tipo de educación, 861.906 estudiantes en este curso 2019-2020.

De todos ellos, un total de 400.000 estaban cursando su periodo de prácticas cuando estalló la crisis sanitaria, COVID-19, un momento clave de su formación y requisito imprescindible para conseguir su título.

El paso de las semanas no ha dado respuestas claras de una posible vuelta a la normalidad, por lo que el Ministerio de Educación ya anunciaba el jueves de la semana pasada que flexibilizará los requisitos de titulación reduciendo las horas mínimas obligatorias de prácticas a 220 u ofreciendo la opción de sustituir las prácticas por proyectos hechos desde casa. A esta orden, aprobada desde el Ministerio, se suma que el informe de los tutores en las empresas no se considerará para la nota final.

Si bien estas medidas depositan en cada Comunidad Autónoma la responsabilidad de decidir cuál de estas dos alternativas aplica, cabe plantearse la respuesta de cómo va a afectar la pérdida del periodo de prácticas a los estudiantes, que tienen en este contacto con el entorno profesional una llave para optar a su primer empleo. En paralelo, también hay que considerar la pérdida de conocimientos y contenido teórico que supondrá una laguna en la preparación de estos jóvenes.

Además de la preocupación de los estudiantes está la de los gobiernos autonómicos. Algunos de ellos ya han desarrollado normativas de acuerdo a las directrices marcadas, pero precisan de puntualizaciones por parte del Ministerio, así como las de las propias empresas que han perdido el proceso de tutorización de los alumnos en persona y, por qué no, quizás de nuevos perfiles con los que contar en sus plantillas.

El nuevo escenario que aparecerá después de la crisis se está aún dibujando, pero sí hay que tener en cuenta que el nuevo panorama que se presente será reticente a las nuevas contrataciones, encontrándose en un terreno dubitativo para concretar apuestas por el talento joven.

¿Qué podemos esperar para esta promoción de estudiantes? Las dificultades y obstáculos son evidentes, pero hay que mantener abiertas las potencialidades de una situación desconocida para todos, pero que siempre encontrará encaje para los jóvenes, conforme el escenario vaya configurándose en una todavía lejana vuelta a la normalidad tal y como la conocíamos.

En este sentido, resultarán diferenciadoras, además de una buena formación, el desarrollo de habilidades como la creatividad y capacidad de innovación para impactar en el entorno y ofrecer soluciones distintas a los problemas que surjan, además de saber trabajar en equipo y, por supuesto, adaptarse a los cambios de una manera flexible y proactiva.

Es verdad que nuestro mundo ha cambiado en unas semanas, pero debemos enfrentar lo que viene desde esa curiosidad y optimismo inherente al espíritu joven y fresco de las nuevas generaciones.

Los estudiantes de Formación Profesional, y los del Programa e-FP en concreto, encontrarán la fórmula para acercarse a las empresas y entablar una relación que les lleve a una oportunidad laboral, igual que el escenario aprenderá a flexibilizarse y adaptarse empezando a generar demanda conforme se vaya recuperando.

No creer en esta alternativa es casi tan improbable como no pensar en el gran valor del talento de nuestros estudiantes de Formación Profesional, que están esperando su momento para ofrecer lo mejor de sí mismos.

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